20 feb 2011

La vida escolar exige estar preparados para los cambios

Publicado en El Comercio, 20 Feb. 2011

Saltos de mi vida


Hagamos un ejercicio: imaginemos nuestro primer día en Marte. Los expertos nos han preparado para la aventura, nos han asegurado que estaremos bien, que los marcianos son buena gente, nos los acaban de presentar y de pronto nos dicen “chau, te recojo más tarde”. ¿Qué sentiría usted? ¿Miedo? ¿Ansiedad?

Eso es más o menos lo que sienten muchos niños de 2 o 3 años en su primer día en el nido. Obviamente, siempre habrá de aquellos que embestirán el espacio felices sin mirar atrás, bien por ellos; con los demás hay que ir pasito a paso, porque cuando la separación es abrupta y con llanto de por medio, el niño guarda en la memoria un recuerdo negativo sobre cómo enfrentó esa situación nueva y es posible que, en el futuro, asuma con miedo cada primera experiencia.

En primer lugar, a los niños hay que explicarles que van a ir un sitio a jugar y mostrarles el lugar antes del inicio de clases, saludar a las maestras con alegría, que el pequeño vea un trato familiar y explore el espacio a su gusto. Si el nido permite que la mamá o el papá o la nana se quede con él los primeros días, mejor, eso ayudará a que se sienta como en casa.

Vanessa Malca, coordinadora pedagógica del nido Tiempo para Jugar, explica cómo se desarrolla el proceso de adaptación en ese espacio: “El niño viene con un adulto de su confianza, quien participa en el aula como uno más para que el pequeño perciba una relación de confianza y gane seguridad. La estancia en el nido es corta al inicio, poco a poco se prolonga. Una vez establecido el vínculo entre el niño y la maestra [a los cinco días, 20 días o el tiempo que sea necesario], comienza el proceso de separación entre el niño y su acompañante. Este se distanciará del niño un poquito más cada día, hasta que salga del aula, pero dentro del nido [para que recurra al niño si lo necesita], y finalmente se va a su casa, despidiéndose del niño sin llanto. No creemos que dejarlo llorando o que el acompañante se esconda para salir favorezca el proceso de adaptación”.

DEL NIDO AL COLE

Otro punto crítico en la vida escolar es el paso del nido al colegio. En este caso, un año antes hay que empezar a comentarle al pequeño que está creciendo y que pronto necesitará un colegio grande donde aprenderá muchas cosas y hará nuevos amigos. También puede ayudar contarle cómo fue la experiencia de los padres al ir al colegio (aspectos positivos, claro).

Recordemos que el niño pasa de un ambiente seguro que conoce y maneja bien a uno nuevo, que tal vez le genere inseguridad. Mucho ayudará que los padres se muestren felices, porque los niños pueden leer sus sentimientos en sus caras.

Una vez en el colegio, “los padres deben evitar estados de ansiedad, acompañar sin sofocar, dejar que hagan tareas solos, aunque se equivoquen, pues dejarlos crecer implica que, desde su error, aprendan. De otro lado, los papás tienen que estar muy atentos a los cambios emocionales, darles mensajes coherentes, con amor, pero poniendo límites. En lo pedagógico, observar que el aprendizaje se consolide paso a paso y no exigir demasiado”, aconseja Jaime Kusnier, director de Aletheia.

Los procesos de transición son complicados para grandes y chicos. En esos momentos lo que más necesitamos es el apoyo y la confianza de los seres queridos.

TENGA EN CUENTA

DE PRIMARIA A SECUNDARIA. Si su hijo pasa de primaria a secundaria, prepárese para cambios pedagógicos y emocionales. Como nos recuerda Jaime Kusnier, los docentes de primaria tienen un estilo muy acogedor, por la edad de los alumnos, les dicen las cosas que deben hacer, revisan más los cuadernos, además el juego es muy importante. En secundaria, en cambio, se les exige independencia, pero no hay que preocuparse, porque los chicos pueden adaptarse a eso, solo hay que estar atentos. En el plano emocional, dice Kusnier, están los cambios evolutivos de la edad, los padres deben ver si sus hijos tienen el grado necesario de autoconocimiento, autonomía y autoestima, y pedir ayuda al psicólogo de ser necesario.

DE SECUNDARIA A LA UNIVERSIDAD. Las bases de la educación de su hijo ya se sentaron en la época escolar, ahora solo habrá que apoyarlo y confiar en los recursos que emplee para salir airoso de las dificultades. “Es probable que el joven se enfrente a presiones y usted no estará para ayudarlo, pero puede adelantarse conversando acerca de los temas importantes para la familia, las posibles salidas y las consecuencias de las conductas de riesgo. Se necesitan espacios de comunicación, pues, así como el joven da lo mejor de sí en estudios, también debe contar con el apoyo de sus padres”, señala Karla Martell, consultora organizacional del centro Perfil.

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