Publicado en El Comercio, 23 Jul. 2011
Textos virtuales son una alternativa a la falta de espacio y capital
Los tiempos actuales están llenos de gente que vive corriendo de un lado a otro y tiene cada vez menos tiempo y espacio del deseado para relajarse en algo más que una gran sala gobernada por la todopoderosa TV. El cuarto de juegos, escritorio y armarios resultan confinados a un rincón dentro del departamento y, para disgusto de los amantes de la lectura, se termina acumulando joyas de la literatura en insípidas gavetas llenas de polvo, como el arpa de Bécquer, a la espera de una mudanza. Sin embargo, existen formas de tener una minibiblioteca decente en pleno siglo XXI, sobre todo si nos apoyamos en la informática.
El secreto, según más de un aficionado, está en saber lograr el equilibrio entre lo físico y lo virtual. Para eso hemos de partir recordando que el soporte electrónico no es tan elegante, pero ahorra mucho espacio: un disco duro portátil de un terabyte (1.000 gigabytes) permite guardar todos los libros de la Biblioteca del Congreso de Estados Unidos y en un Kindle (el lector electrónico de Amazon) podemos almacenar más de 3.200 libros.
Claro está, no todas las grandes obras literarias están disponibles en Amazon (ni siquiera Harry Potter) y no todas las mejores bibliotecas físicas del mundo están digitalizadas al 100%, pero muchas sí lo están. Como ejemplo, podemos mencionar que hay 2 millones de libros digitalizados por Google, más de 670 mil para Kindle, 120 mil en la librería Laie (muchos de ellos en español), 30 mil con el iBook de Apple, 25 mil en Publidisa, entre otros.
Para poder leer toda esa bibliografía digitalizada existe una variedad de soportes que incluyen desde una PC con acceso a Internet para descargar material no tan exclusivo (sobre todo libros profesionales) hasta las tabletas y los lectores de libros digitales que cuenta con más de cinco tipos de productos para elegir, entre los que destacan Kindle, Sony Reader y Nook (Barnes and Nobles).
BUENO Y BARATO
La ecuación “bueno, bonito y barato” no siempre se cumple en el campo de la literatura impresa, pero nos acercamos a ello con la lectura digital si vemos el presupuesto para acceder a ella.
Para implementar la recepción digital podemos comprar el lector (partiendo de US$ 139 hacia arriba), suscribirnos a diarios y revistas (aproximadamente US$5 a la semana)y descargar libros, lo cual parte de US$9 pero llega, en algunos casos, a más de US$20, menos de la mitad de lo que nos costarían en físico. Si se desea, también se puede usar el iPad, PlayBook, Galaxy Tab, u otras tabletas (la más barata en el mercado local se vende a US$300) como lectoras, pero hay que tener en cuenta dos factores fundamentales: la luminosidad de sus pantallas es menos amigable que la del Kindle y hay que verificar, antes de comprar , si dispone de un software para facilitar la lectura de libros.
Para armar la biblioteca, según recomiendan los arquitectos, basta separar la mitad de una habitación o incluso la misma sala de estar, en donde ubicar una repisa alta (que tenga partes cubiertas con puertas para libros viejos y parte en exhibición para los clásicos) y junto a ella el escritorio de la PC.
La repisa, incluso si se piensa en mandarla a hacer de cedro, costará mucho menos que un televisor nuevo. En el mercado local podemos encontrar algunas ya elaboradas que valen cerca de S/.650, pero también podemos mandar a elaborar una por S/.980. En el supermercado se puede comprar escritorios y pequeñas repisas por S/.380, los cuales pueden servir de acompañamiento al mueble principal.
En cuanto a los libros para alimentarla, como todo amante de la lectura sabe, no se compran todos de golpe, sino que se van adquiriendo de a pocos, en especial en las ferias, que ofrecen mejores precios.
Lo recomendable es dejar para formato digital lo básico, como diccionarios o enciclopedias (la mayoría tienen material en línea de primera calidad) que ocupan mucho espacio y presupuesto, y centrar la compra de ejemplares físicos para los productos exclusivos, de alto valor agregado y vistosas presentaciones, porque para todo lo demás, basta con la Internet.
(Ver fuente original)
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