5 oct 2010

La rivalidad entre Faber y Staedtler sigue afilada

Publicado en ON24.COM.AR, 05 Octubre 2010

Los dos fabricantes de lápices alemanes batallan desde hace dos siglos. Una historia por demás llamativa.


Olvídense de todo lo que sepan respecto a rivalidades empresariales. Las de Apple versus Microsoft, Ford versus General Motors y Coca-Cola versus Pepsi son bebés en pañales comparadas con esta: dos fabricantes de lápices de la ciudad de Núremberg en Alemania están batallando desde antes de que cualquiera de estas marcas, o incluso muchos países, existieran.

Su más reciente duelo es por sus cumpleaños. Staedtler Mars GmbH este año festeja su aniversario número 175. En 2011, Faber-Castell AG celebrará sus 250 años.

Sin embargo, Staedtler no ha sido derrotada, porque en 2012 celebrará los 350 años de su antecedente más antiguo. En los registros de la ciudad de 1662 figura un artesano de lápices llamado Friedrich Staedtler, a quien se remonta el origen de la compañía.

"Es una competencia a lo largo de siglos", señala el director gerente de Staedtler, Axel Marx.

Cada una destaca hitos históricos: Friedrich Staedtler fue el primer productor de lápices de madera del que exista registro y sus descendientes fueron los pioneros de los de colores en 1834. Faber, en los años 1840, fue la primera que produjo lápices de alta calidad y en 1870 registró una de las primeras marcas que existieron en Estados Unidos.

Hoy, los rivales continúan con su pelea. En Núremberg, la gente toma partido. "Son como equipos de fútbol, a la gente le gusta uno u otro", dice Anja Hofmann, una empleada de una librería.

Faber-Castell domina el mercado de los lápices de lujo, ofreciendo maderas finas y soportes de platino. "En nuestra industria, no hay duda de que Faber-Castell es el Mercedes", dice el conde Anton-Wolfgang von Faber-Castell, su dueño.

Staedtler es "el impulsor de la tecnología", responde Marx. En 2007, la empresa presentó un método para fortalecer las frágiles puntas de los lápices de colores. Ahora, busca revolucionar la industria con su lápiz ecológico Wopex.

Dos siglos atrás, la competencia en Núremberg era tan intensa que los rivales se robaban artesanos entre ellos, explica Henry Petroski, profesor de la Universidad de Duke y autor de The Pencil (El lápiz), una historia de 400 páginas sobre el instrumento de escritura.

La década de 1970 fue más dura. "Quería escaparme del negocio de los lápices", recuerda Von Faber-Castell. "Yo decía que no sólo es aburrido sino también peligroso", porque los lápices eran productos básicos y su negocio de reglas de cálculo había sido demolido por las calculadoras de bolsillo.

No obstante, ocho generaciones de tradición lo hicieron volver. A regañadientes abandonó su carrera como banquero de inversión en Nueva York y regresó al pueblo de Stein, donde el ebanista Kasper Faber se instaló en 1761 para registrar un taller de lápices.

Esto fue casi 200 años luego de que una tormenta en el pueblo inglés de Borrowdale hiciera caer un viejo roble y revelara una sustancia oscura que los pastores empezaron a utilizar para marcar a sus rebaños. Pronto, trozos de grafito comenzaron a venderse en Europa como una nueva y sorprendente forma de escribir. Luego se comenzaron a producir soportes de madera para el grafito. El primer hombre del que se sepa que registró un negocio de lápices fue el carpintero Friedrich Staedtler, de Núremberg.

En 1995, la compañía que ahora lleva su nombre decidió celebrar 333 años de historia. Faber-Castell festejó llevándola a juicio. Los abogados del conde argumentaron que brechas de varios años entre los negocios de varios descendientes de Staedtler alrededor de 1800 interrumpían el linaje previo a 1835, cuando Johann Sebastian Staedtler estableció la compañía que sigue existiendo hoy. "Creo que clarificamos eso acerca de Staedtler en la corte", dice Von Faber-Castell, que ganó una orden judicial.

"No podemos decir que somos la compañía de lápices más vieja", reconoce Marx. "Pero nuestro nombre es el origen documentado de los lápices de cilindro de madera".

Las empresas también chocaron en EE.UU. En 1849, el bisnieto de Kasper Faber, Lothar von Faber, envió a su hermano menor, Eberhard, a la Florida a asegurarse suministros de cedro para la fábrica en Stein. Lothar había desarrollado la primera producción industrial de lápices y fue el primero en vender lápices de alta calidad, marcados con el nombre A.W. Faber. Para proteger su marca, los Faber la registraron en 1870 en EE.UU. Pero peleas familiares y la Primera Guerra Mundial dividieron las marcas Faber. Para 1920, la fábrica estadounidense de Eberhard Faber no tenía lazos con los Faber de Alemania.

Cuando los derechos europeos de la marca Eberhard Faber salieron a la venta en 1978, Faber-Castell era demasiado débil como para pagar el precio. Staedtler se apoderó del nombre y comenzó a fabricar productos de Eberhard Faber.

En 2009, Marx contactó al conde y le ofreció venderle Eberhard Faber. "Llegué a la conclusión de que estábamos contribuyendo a la marca Faber", explicó. El 1 de enero, Faber Castell recuperó los derechos europeos de la marca. El conde apunta a resucitarla.

Ambas empresas dicen que ahora son rivales amigables, pero eso puede cambiar si Staedtler piensa algo para celebrar el aniversario número 350 del registro de Friedrich en 1662. "Estamos pensando cómo hacer eso sin iniciar una nueva guerra", explica Marx.

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